sábado, 6 de junio de 2009

jueves, 4 de junio de 2009

POR QUÉ PRACTICAMOS DANZAS?

¿Por qué practicamos danzas? ¿Para qué sirven?

Primero, porque cada uno es parte de un todo, y el círculo nos permite formar parte de un grupo: es comunitario.
Las danzas circulares no son competitivas; cada uno da de sí lo que puede.
Nos ayudan a encontrar gozo, alegría, risas. Se encuentra paz; las danzas meditativas tienen ese propósito.
Sirven para potenciar el espíritu grupal. Hay danzas que integran al individuo en el conjunto. No es simplemente estar en ronda,sino integrarse al grupo.
Para algunas personas, la participación en las danzas es una experiencia de sanación, de autoconfianza, de energetización.
Ésto nos da la posibilidad de enviar la energía, conscientemente o no, hacia afuera. Cuando trabajamos en grupo, enviamos al planeta la energía que hemos creado en la danza; y sabemos que esa energía va a llegar donde se necesite.
Esto significa que estamos logrando un beneficio para nosotros, pero también para los demás.
Cumplimos con nuestra tarea planetaria, es decir, reestablecemos la conexión de la Humanidad con la Tierra.
Las danzas tradicionales llegan como una experiencia humana. Cuando las practicamos es como si estuviéramos colaborando con esa tradición.
Al bailar danzas de distintos países, también entramos en contacto con su cultura, y se produce un acercamiento a nivel espiritual.
El valor de la danza surge a partir de la participación. Luego, ese valor se va descubriendo en la propia experiencia, en la propia vida, resonando en cada uno en forma diferente.
Las danzas también son una forma de estar atentos, de estar en el aquí y en el ahora. Es una meditación en movimiento, y cuando uno se equivoca es porque realmente se distrajo y perdió el paso.

Comentarios de Charles Petersen
Mensajero de la Comunidad de Findhorn para América Latina.
Apuntes registrados por Mery Dalmás.

miércoles, 3 de junio de 2009

POR QUÉ DANZAS SAGRADAS?

Las danzas son sagradas en varios sentidos:

Uno de ellos es que para realizarlas en forma armónica, debemos estar presentes ciento por ciento en ese instante, en cada paso, en cada gesto.
Hay una estrecha relación entre conciencia y forma: lo que se configura en la conciencia es la semilla de lo que se manifestará como forma.
Cuando bailamos y reproducimos una figura, nos ponemos en sintonía con esa misma figura o estructura a nivel arquetípico, a nivel de la conciencia. Por eso cuando uno danza, o simplemente se mueve desde el sentir profundo, aparecen gestos y actitudes que muchas veces tienen que ver con la liturgia o las expresiones sagradas de diferentes pueblos y épocas, que reconocemos a través de las expresiones artísticas.
Se trata entonces, no sólo de la precisión de la forma y el ritmo, como en los bailes habituales, sino de algo más: el estar centrado en uno mismo.
Redescubriendo estas danzas, redescubrimos algo de nosotros mismos, de nuestras raíces y de nuestra fuente. Son simples y cualquiera puede aprenderlas y practicarlas.
Las Danzas Circulares son un recurso que permite movilizar la energía de los grupos:
En lo vertical - es la energía que une el cielo y la tierra, los pies y la cabeza, lo celestial y lo terreno, en cada uno de nosotros y en el grupo. Posibilita el centramiento y alineamiento de los centros de energía.
En lo horizontal - es la energía cordial, del corazón, que fluye y circula en la interacción que se produce con las distintas propuestas de la coreografía: en algunos casos las manos tomadas, en otros, miradas que se encuentran; el desplazamiento en parejas o en tríos, y estímulos simples a la comunicación y los afectos espontáneos.
En la interiorización - algunas danzas se prestan, por su simplicidad y su ritmo, para ser bailadas con los ojos cerrados y entrecerrados, posibilitando así una mayor interiorización, una más profunda relajación cuerpo-mente, y un entrenamiento en ese pasaje adentro-afuera.

Orlando Zaslavsky - Felisa Chalcoff